Chris Birch, de 26 años de Gales (Inglaterra) no encontró mejor motivo para impresionar a sus amigos que hacer una pirueta con tan mala suerte que se golpeó la cabeza y sufrió una hemorragia cerebral, tenía 19 años y tardó meses en recuperarse por completo, pero algo había cambiado: sus intereses personales eran distintos.
Birch cambió de hábitos e intereses, dejó de coquetear con mujeres y empezó a hacerlo con hombres. Dejó el trabajo en el banco por otro más creativo en un salón de belleza: sufrió una importante transformación física y estética y, seis años después del accidente Chris tiene novio, afirma sentirse más feliz que nunca.
"Suena extraño pero cuando me desperté, me sentí diferente. Ya no estaba interesado en las mujeres, y debo ser fiel a mis sentimientos".
La historia de Birch ha creado cierta polémica sobre si un traumatismo craneoencefálico o un ictus cerebral puede cambiar a una persona. Joe Korner, portavoz de la Asociación Británica de Ictus, afirma que “El cerebro es sorprendentemente adaptable y durante la recuperación las neuronas pueden establecer nuevas conexiones que hagan a las personas recuperar un acento, un idioma o quizá una orientación distinta“, afirma.
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