Utilizamos esta expresión cuando las personas, por falta de acuerdo o por ideas opuestas, acaban peleándose, llegando incluso hasta las manos.
Su origen viene de una historia acontecida en un pueblo gaditano llamado Espera, durante la procesión de la la Aurora de La Cofradía del Rosario, que recorre las calles cantándolo al amanecer. Y efectivamente había conflictos, ya que a la hora de salir el rosario solían andar las rondas de jóvenes pendencieros por las calles.
Cuando ambos grupos de gentes tuvieron que circular por una calle especialmente estrecha, y cuentan, que empezaron con empujones hasta organizarse una pelea monumental entre monaguillos y los jóvenes que volvían de fiesta.
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